Per Matrem et Magistram ad cor Filii

Per Matrem et Magistram ad cor Filii
Recibamos en nuestros hogares a la Virgen Peregrina, Madre de la Providencia y Madre de Misericordia

domingo, 10 de abril de 2011

Domenico Cardenal BARTOLUCCI

Domenico Cardenal Bartolucci, fue creado Cardenal-Diácono de los Santísimos Nombres de Jesús y María en Via Lata a la edad de 93 años, el 20 de noviembre de 2010, fue Maestro Director de la Capilla Musical Pontificia de 1956 a 1997.





Fortunato Cardenal BALDELLI

Fortunato Cardenal Baldelli, Cardenal-Diácono de San Anselmo en Aventino, Penitenciario Mayor de la Santa Sede.



Raymond Leo Cardenal BURKE

Su Eminencia Raymond Leo Cardenal Burke, Cardenal-Diácono de Santa Ágata de Goti, nació en 1948. Fue Arzobispo Metropolitano de Saint Louis (Estados Unidos) de 2003 a 2008, cuando pasó a ser Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.



Aquí con Galero Cardenalicio

ADONIS

Ali Ahmad Said Esber, poeta y pensador sirio nacido en 1930, es más conocido por el seudónimo ADONIS, que adoptó desde los 17 años, y está considerado como el máximo exponente de la poesía árabe contemporánea. En 1954 se licenció en Letras por la Universidad de Damasco, y en 1955, debido a su actividad política como miembro del Partido Socialista Sirio, fue acusado de subversión y detenido durante seis meses. Emigró a Beirut en 1955, se dedicó al periodismo y fundó, en colaboración con el crítico libanés Yusuf al-Jal, la revista Shi’ir de poesía. Viajó a Francia como becario, regresó en 1962, adquirió la ciudadanía libanesa, y se doctoró en  Filosofía por la Universidad St. Joseph en 1973. En 1997, en el Festival Struga Poetry Evenings de Macedonia, le fue otorgada la Corona de Oro por su trayectoria literaria.  Su obra, caracterizada esencialmente por un fuerte tono social y político, ha sido traducida a numerosos idiomas, ha revolucionado el lenguaje poético desde los años sesenta cuando adoptó el poema en prosa, y ha ejercido una gran influencia en el panorama literario actual. Ha sido desde hace años uno de los más firmes candidatos al Premio Nobel de Literatura.


Deseo
Si me abriera sus brazos
un cedro,
entre las arboledas de honduras y de años.
Si me guardara
de las perlas y velas tentadoras.

Si yo tuviera sus raíces,
y se anclara mi rostro tras su triste corteza.

Me haría entonces nubarrones y rayos
en lontananza,
este país de confianza.

Mas todo ramo en las arboledas
de honduras y de años, viviendo yo,
es fuego sobre mi frente,
fuego de fiebre, de perdición,
que devora la tierra que me guarda.


Diálogo
¿Quién eres tú?
¿Qué luz, bajo los párpados,
te llora?
¿Dónde estuviste?
¡Enséñame lo que has escrito!

Yo no le respondí,
no podía decir ni una palabra.
Había roto todos mis papeles,
por no haber encontrado
estrellas en las nubes de la tinta-

¿Qué luz, bajo los párpados,
te llora?
Dime, ¿dónde estuviste?

Y no le respondí.
La noche era una choza beduina.
Las lámparas,
la gente de la tribu.
Y yo, tan solamente
un sol enflaquecido,
bajo el cual la ancha tierra
había cambiado de sitio las colinas.
Mientras el descarriado se encontraba
con el largo camino.


El extravío

Perdido, tiro mi rostro al polvo
y a la mañana,
lo arrojo a la locura.
Mis ojos son de yerba y son de incendio.
Mis ojos son banderas y emigrantes.

Perdido, tiro mi rostro al polvo
y a la mañana.
Nazco al fin del camino. Grito.
Y que griten conmigo el camino y el polvo.

¡Qué hermoso es que mi rostro, oh Dios,
se pierda en mí! ¡Qué hermoso que me pierda
yo, colmado de fuego!
¡Oh tumba! ¡Oh final mío
al comenzar la primavera!



El viajero
He dejado
-viajero.
mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara.
Mi mapa es una tierra sin creador.
La negación de todo, mi evangelio.






En la sombra de las cosas
Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.

Me gusta introducirme en las criaturas.
Errar como una idea.
Extraño como el arte.
Anónimo,
incierto
y olvidado.

Naciendo, nuevamente,
en cada día.




Espejo de una pregunta 

Pregunté y me dijeron:
la rama cubierta de fuego es un pájaro,
y me dijeron que mi rostro era una ola
y el rostro del mundo espejos,
suspiros de marinero y faro.
Y vine.
Tinta era el mundo en mi camino
y cada estremecimiento una frase.
No sabía que entre nosotros
había un puente de hermandad,
de pasos de fuego y profecía.
No sabía que mi rostro
era un barco navegando en una chispa.





Espejo del cuerpo del amante 

Cada día, el cuerpo del amante
se disuelve en el aire,
se convierte en perfume,
gira, convoca a todos los perfumes
a que se reúnan en su lecho,
cubre sus sueños,
se evapora como incienso,
vuelve como incienso.
Sus primeros poemas son sufrimiento
de niño perdido en el torbellino de los puentes,
sin saber mantenerse en el agua
ni cruzarla.




Homenaje a ella

...CUERPO-
la más bella morada de la imaginación.

Placer-
resurrección del cuerpo.

...Sus lágrimas-
arroyo en el que navega el deseo.

Mi mirada se pierde en las regiones de su cuerpo.
             El mayor océano
             es el cuerpo de una mujer enamorada.

Cuando me ve
su rostro se enciende.
Yo soy su fuego interno.

-El corazón del amante está entre sus labios.
El corazón de la amante está bajo su ombligo.

N o, no puede ver en la rosa
más que un cuerpo de mujer.

¿Por qué tu recuerdo no me deja?
Ni el viento me escuchó
cuando dije: te quiero.

Se levanta en su cuerpo,
duerme en el cuerpo de ella.

La línea recta
es círculo en el amor.

El hombre para la mujer es un libro
que ella sólo puede leer con todo el cuerpo.

El perfume es el más bello traje
que puede vestir una mujer.

No entrarás en la noche del cuerpo
a menos que te entregues al sol de la locura.

Para el cuerpo, el presente
es la forma del tiempo.

Sé modesta, lengua.
Sólo el cuerpo puede escribir al cuerpo.

El perfume de mujer es creado:
para ser lecho y falo del aire.

Sueña, sueña-
dice la rosa marchita.

He visto a la mujer
que vio la golondrina
que creó la primavera:
eres tú.




 
Homenaje a ellos
¡QUE VELOZ es la bala!
No obstante, jamás llegará.

Están sentados-
                sus pestañas son velas,
sus manos restos de navíos.

De vez en cuando
el cielo envía un ángel para visitarlos
mas éste se pierde por el camino.

Avanzo en su dirección.
Entre ellos, muerta, una mujer a la que amé.
Entre ellos, un niño que se parece a mí.

Aprenden el alfabeto de las olas
para leer las playas.

Tu pálida imagen
relumbra nuevamente en ellos:
¡Salve! Feminidad de la tierra.

Sin embargo...
No veo en sus heridas ninguna rosa
y las estrellas, sobre ellos, permanecen blancas.

Intentó cruzar la calle:
no pudo andar por la sombra
ni pudo andar por el sol
ni halló, entre ambos, camino.

El día se inclina,
el cielo se acurruca
y el sol
se contenta con ser bastón
para el viejo vendedor de fruta.

Se ahoga al recordar.
Se ahoga al intentar olvidar:
es un infierno que se devora.

El humo es tinta
que escribe el tiempo.

Calle-
templo que se apoya en las muletas de sus oraciones.

De las ventanas cuelgan espectros
que no son ni cuerpos ni ropajes.
Preguntad a la silente misa
que flota sobre los escombros.

El tiempo corre a mi lado
en una pesadilla que improvisa el camino.

La ceniza
que ha devorado a los muertos
no se acuerda de ninguno.

El cielo afirma que desciende
y camina entre la gente.
Tal vez sea cierto
mas yo no lo veo.

Con hilos de rosa
amarraban la muerte
y la arrojaban al regazo del agua.

Despojos de figuras en el cuerpo del aire:
son los hijos del Líbano
que embellecen el libro de la tierra
y enmiendan el horizonte.

Si el mar envejeciera
elegirá Beirut como recuerdo.

A cada instante la ceniza demuestra
que es el palacio del futuro.

Desesperado,
hasta el aire se dispone
a tender el cuello a cualquier asesino.

Rebaños de sangre
pastan por la superficie de la tierra.

¿Cómo podrá cicatrizar esa herida?
¿Y cómo podría alumbrarse de otra?




Homenaje a la soledad

SOLEDAD - jardín
con un sólo árbol.

Desde la infancia
por este camino vamos
mi amigo el poeta y yo.
¡Qué extraño!
Sus pasos todavía vuelan con el polvo.

Mi amistad es para el narciso.
Mi amor es para otra flor
que no mencionaré.

Sediento
sólo me saciará
un agua que no puedo alcanzar.

El que no tengas secretos
también es un secreto.

Sé ausencia
para permanecer como pregunta.

Amo la lluvia
que ama la palidez de la tierra.

Si no actúas
más que para realizar aquello que deseas,
¡qué ínfimo es lo que haces!

Prefiero la traición de la palabra a la palabra,
que la fidelidad de la piedra a la piedra.

¿Tras la altura el descenso?
No lo creo-
Lo alto lleva siempre hacia lo más alto.

Lo que te dices a ti mismo
se lo dices al otro-
aunque no te lo propongas.

No conozco de lo que conozco
más que mi ignorancia
de lo que aún desconozco.
Dicen: lo fácil es imitar.
¡Ah! Si pudiera imitar al mar.

Siempre olvido lo que poseo
para poder liberarme
de lo que me posee.

El individuo es unidad de lo infinito.
La multitud es el infinito de la unidad.

A veces
el sol no puede alumbrarte
y una vela te alumbra.

Mi deseo- que mi capacidad de deseo
sea mayor que mi capacidad
de realizar mis deseos.

Un hombre solo: un ala.
Una mujer sola: un ala rota.

Saldré de mi soledad
mas ¿para ir adónde?

Me pongo frente al espejo
no para mirarme
sino para asegurarme:
¿de verdad eso que veo soy yo?

El arco iris juró
vagar eternamente
porque perdió su primera casa.

Ayer , al despertarme,
vi al sol frotarse los ojos
en el cristal de mi ventana.

Afirmo que el sol es otra sombra,
mas no tengo pruebas.
Afirmo que la luna es otro fuego-
tengo muchas pruebas.

Mis días pasados tienen una tumba
sin cadáver.

¡Qué extraña es mi memoria!:
Un jardín repleto de toda clase de árboles
y no veo ni un sólo fruto.

Las palabras que conozco se han tomado
en un bosque de tristeza.

A veces siento
que el abismo al que me asomo
no es lo bastante amplio para mis pasos.

Confieso mi error-
creo que era acertado.

Siempre que pregunto
me divido en dos:
mi pregunta y yo-
La pregunta busca respuesta,
yo busco otra pregunta.

¿Por qué aquella noche sentí
que el cielo era la guitarra de la noche
y las estrellas sus cuerdas rotas?
¿Será porque dormí solo?

Ahora sé por qué
alaban, a veces, a las tinieblas
los que no sueñan más que con la luz.

Escucho en las palabras campanadas
que anuncian mi tercer nacimiento.

Todo lo que no he escrito
lo he olvidado.
Y ahora es lo que me escribe.

Escribe-
esa es la vía suprema
para leerte a ti mismo
y escuchar al mundo.

Dale los buenos días a tu camino
si quieres que el sol te acompañe.

Me rebelo contra la llama que me guía.
La llama a la que guío
se rebela contra mí.

Abro un lago para el olvido
y ahogo en él mi historia.

Demasiado tarde
para que seas tú mismo y para saber quién eres-
se te escapó la infancia.

Me das tu rostro,
te doy mis pensamientos.
El rugido es nuestra promesa:
puedes guiarme, mar.

Para ser hermano de la mañana
debes confraternizar con la noche.

¿Qué hacer por este cielo
que se marchita en mis hombros?

Para que ardan en ti los bosques de imágenes
basta con calentarte al fuego del sentido.

Al principio fue la pareja,
luego el primer pecado
que se llamó el solo,
el único.
Así escribiré la palabra pareja,
como si excavara una fuente,
y la pronunciaré
como si fuera a brotar agua.

Todo arde en tomo a él-
fuego en el aire,
fuego en el agua.
¿De dónde viene entonces este frío
que penetra en sus miembros?

Puedes protegerte contra todo
menos contra el tiempo.





Homenaje al claroscuro

MUJERES:
nubes que llueven lágrimas.

La vida es el elixir de la muerte.
Por eso la muerte no envejece jamás.

La desesperación tiene dedos
que no recogen
sino mariposas muertas.

Árboles-
pañuelos anudados a las caderas del horizonte
y brotes semejantes a senos.

Gaviotas-
chozas volantes
rodeadas de playas.

La luz no se defiende-,
La luz ataca
o se rinde.

La nube tiene pensamientos.
El relámpago los dicta,
el trueno los transmite.

El mar no sabe bailar
ni dormir
más que desnudo.

Lo extraordinario es lo habitual-
dormido en el lecho de nuestros sueños.

El horizonte tiene muchas caras
con sus correspondientes ojos que lo miran.
La luz tiene muchos cuerpos
mas sólo posee una cara.

Amor- eternidad que dura un sólo instante.
Odio- instante que dura como si fuera eterno.

La norma es siempre
anomalía reiterada.

El mar está en perpetuo éxtasis.
Por eso jamás lo vemos de pie.

Donde estemos, estará el polvo-
incesante encuentro.
Donde estemos, estará el tiempo-
incesante despedida.

La playa usa el tiempo
para permanecer sentada.
Las olas usan el tiempo
para permanecer en movimiento.

El mar no tiene tiempo de conversar con la arena:
está siempre ocupado en componer las olas.

Cielo- sombrero
lo bastante grande para todas las cabezas.

La nieve
es amiga del cansancio,
hermana de la vejez.

La nube no grita
ni habla,
mas lo dice todo.

Si el mar fuera bosque
las palabras serían pájaros.

El polvo es hermano del cuerpo
amigo del alma.

Lo efímero es lo que sorprendes.
Lo eterno es lo que te sorprende.

Todas las criaturas vienen a la muerte
salvo el hombre;
es la muerte quien viene a él.

La desesperación es costumbre,
la esperanza es invención.

La luz más lejana
nos es más próxima
que la oscuridad más cercana-
La distancia, generalmente, es leyenda.

La vida es quien dicta.
La muerte es su fiel escriba.

La alegría tiene alas
mas no tiene cuerpo.
La tristeza tiene cuerpo
mas no tiene alas.

Agua- eterno adolescente.

La piedra canta dormida.

La sombra de la rosa
es otra rosa marchita.

La oscuridad nace de rodillas,
la luz nace de pie.

La rosa es la estación del ojo,
su perfume, la estación del corazón.

El sueño es el único inocente
que no puede vivir
más que huyendo.

Escritura- casa inacabada
para esa familia errante: el alfabeto.

Las rocas no se interesan
por el canto de las aguas.

El invierno se alegra
cuando vuelve a casa
y lee la escritura del otoño.

A veces
le crecen las garras al campo
mientras espera el agua.

La palabra más pura desciende de la boca del cielo.
Aún así la llaman palabra caída.

Voz- alba de la palabra.

El sol tiene una casa
sin camino.

El cuerpo del sol es su luz-
El sol es una mujer desnuda*
aunque esté vestida.

Sí, la luz se prosterna
mas sólo ante otra luz.

El pensamiento siempre vuelve.
La poesía siempre viaja.

El mensaje de la rosa es su perfume.
Nos lo transmite susurrando.

El secreto es la casa más bella
pero no se puede habitar.

La bruma tiene un sólo ojo y un sólo pie
y no tiene manos-
La nube tiene un cuerpo entero.

El mar es un bosque que danza.
La nube es un bosque que avanza.

Ola- guitarra
cuyas cuerdas son las playas.

Los pájaros rechazan cantar
en los campos que ignoran el silencio.

La nube es un libro
que el agua escribe para un sólo lector:
la tierra.

La espuma es la escritura de las olas.
Las playas son las hojas.

La luz es la certeza de la sombra.
La sombra es la ilusión de la luz.

Estrellas-
alfabeto que escribe el espacio.

La luz es un cuerpo
del que no vemos más que los brazos.
El agua es un cuerpo
del que no vemos más que el rostro.

La oscuridad nace paralítica,
la luz viaja desde que nace.

La luz es el cuaderno de la naturaleza,
escribe en él con tinta invisible.

La luz es como el niño en su lecho,
su única arma es su rendición.

El sol repite su luz
que es siempre nueva.

Ceniza- llanto de la llama,
risa del fuego.

Sólo el fuego llora riendo,
ríe llorando.

La mariposa es hilo de luz:
el fuego es su más bello vestido.

El sol nos precede
Sin moverse.

La luz sólo puede dormir
con el camisón de la oscuridad.

El agua es la infancia de la nube.

El desierto se fue lejos por amor al sol.
Así se quemó.

La playa es una almohada
en la que se reclinan las nubes.

El suelo tiene derecho
a confundir la hormiga con el trigo.

El meteoro cae
y la hoja cae.

Mas ¿cuál es su parecido?

¡Oh! Ignorancia de la luna
¡Oh! Su gloria vana.

No sabe conversar con ninguna estrella.
No sabe leer ninguna palabra.
y la luz que se le atribuye
no es más que un traje prestado.

La nube es un traje
que ningún cuerpo puede vestir .

La ceniza tiene siempre mirada de despedida.
El fuego tiene siempre mirada de encuentro.

Dondequiera que el agua se instale
torna el lugar en lecho para tenderse.

Durmiendo, el agua camina.
Inválida, se levanta y trabaja.

Raramente canta el mar:
está creado para danzar.

Olas- misa de voces
que la mar eleva
para saludar al silencio de las rocas.

Ramas- vestidos para cuerpos
que son el propio aire.

Jardín- mujer
cuyo cuerpo es la tierra
y la hierba el vestido.

Hasta cuando se entristece,
el sol no puede vestirse más que de luz.

Oscuridad- tirana que cerca el espacio.
Luz- caballero que lo libera.

Rosa- barco que navega por el aire
con un sólo pasajero: el perfume.

El perfume de la rosa la delata.
Todas las virtudes
Desean para sí tal delación.

Seguro que el propio sol
cuando deja este espacio
se retira a su casa
por equivocación.

Tú, que no amas la poesía-
tu muerte no será bella.

Es una suerte que la luz lea
y no escriba.
Si no, estaría ausente,
embelesada en la lectura de la oscuridad.

¿Es pecado el deseo?
Tal vez- a veces.
Mas el placer
es siempre casto.

*A diferencia del español, la palabra sol en árabe es femenina.




Homenaje al día y a la noche

EL DÍA cierra la verja de su jardín.
Se lava los pies y se pone el manto
para recibir a su amiga la noche.

El crepúsculo avanza lentamente.
En sus hombros hay manchas de sangre,
en sus manos una rosa,
casi marchita.

El alba avanza ruidosa.
Sus manos abren el libro del tiempo
y el sol pasa las páginas.

En el umbral del ocaso
el día rompe sus espejos
para conciliar el sueño.

Los días-
cartas que el tiempo escribe a los hombres
sin palabras.

Cada día
el sol alumbra a un niño
llamado mañana.
Su vida dura poco.

Los momentos son olas del tiempo.
Cada cuerpo es una playa.

El tiempo es viento
que sopla del lado de la muerte.

La noche abotona la camisa de la tierra.
El día la desnuda.

Es el alba-
En el balcón las flores se frotan los ojos.
En la ventana
ondean las trenzas del sol.

El día ve con las manos.
La noche ve con todo el cuerpo.

Si el día hablara,
anunciaría la noche.

Apacible es la mano de la noche
en las trenzas de la melancolía.

El invierno es soledad,
el verano migración.
Entre ambos, la primavera es un puente.
Sólo el otoño se adentra en todas las estaciones.

El tiempo es una montaña
donde habitan el día y la noche.
El día asciende,
la noche desciende.

El día no sabe dormir
más que en el regazo de la noche.

La luna vela
en el balcón de la noche.

Se le concedió a mi tristeza
ser una continua noche.

El pasado,
lago para un solo nadador:
el recuerdo.

La luz- vestido
que a veces teje la noche.

El crepúsculo- única almohada
                  en la que se abrazan el día y la noche.

La luz sólo actúa despierta.
La oscuridad sólo actúa dormida.
Los sueños de la noche son hilos con los que tejemos
                  los trajes del día.




Homenaje al viento y a los árboles
DESNUDO,
el viento se pasea.

Si el espacio llorase,
como pretende la nube,
el viento sería una historia de lágrimas.

Arbol-*
feminidad del viento.

En el polvo toco
los dedos del viento.
En el viento leo
la escritura del polvo.

El camino no puede avanzar de verdad
más que a través de un viento dialogante
con su propio polvo.

El polvo tiene un cuerpo
que no baila sino con el viento.

El aire- único amante
que duerme con el fuego
en la misma túnica.

El viento posa la mano derecha
en el hombro de la rosa
y se mete la izquierda en el bolsillo:
Viento- ladrón de perfume.

El viento no cosecha más que ceniza
y trabaja
como si no conociera más que la siembra.

¡Viento!-
                    Establo en la ciudad
                    caballo en la aldea.

...música que viene de árboles
tañidos por el viento.

El sol es más ordenado que el aire.
El aire es más justo que el sol.

El viento no firma
las cartas que escribe.

La lluvia es el bastón del aire,
el aire es el columpio de la lluvia.

Nubes- libros
que el viento desgarra.

Espacio- mar oscilante.
cuyas olas son el aire.

El polvo lee lo que no ve.
El viento dice lo que no sabe.

El viento es el dialecto
en la naturaleza.
La luz es la lengua culta.

Todo tiene un trono donde sentarse,
salvo el viento:
él es su propio trono.

El aire-
               único amante
               con quien baila la rama
mientras ella se dispone a acostarse
con otro amante.

El fuego dijo: proclamaré a la ceniza albacea.
La ceniza dijo: no escribiré mi testamento.
El viento dijo: yo seré el testigo.

Vientos- cuerpos que caminan
con pies invisibles
como de ángeles.

El viento es la cuerda que flota en el espacio
y es a la vez el artista y la música.

Viento- palabra confusa que murmura
el silencio cósmico.

El viento enseña silencio
aunque no cese de hablar.

El viento está repleto de órganos.
Los órganos estén repletos de gente.

Viento- espiración del espacio.

Danza es el viento
y todas las cosas
salones de baile.

El árbol pregunta a sus ramas
mas le responde el viento.

Árboles...
libros hojeados por el viento.

Cuando el aire se asoma
las ramas compiten
en estirar el cuello.

Humo- siembra
que sólo puede cosechar
la hoz del viento.

Aire- pañuelo de la hierba.

Los árboles tienen sueños
que sólo se despiertan
en la almohada del viento.

Pasos del viento-
campanas que dejan el espacio
en velación perpetua.

                    Hoy,
triste por el aire enfermo,
la adelfa no ha bailado.

Camino- caravana de rosales
cuyas ramas portan
un palanquín rojo.

La polvareda siempre cambia de forma
para saludar a su amado,
el viento.

Al árbol le gusta entonar canciones
que el viento no recuerda.

Oigo campanas de polvo
colgadas tristemente
al cuello del viento.

Viento- puerto único,
movimiento perpetuo
hacia lo desconocido.

*A diferencia del español, la palabra árbol en árabe es femenina.




La herida

I

La hoja dormida bajo el viento
es un barco para la herida.
El tiempo perecedero es la gloria de la herida,
y el árbol que sube por nuestras cejas
es un lago para la herida.

La herida está en los puentes
cuando se alarga la tumba,
cuando se alarga la paciencia
entre los bordes de nuestro amor y nuestra muerte.
La herida es un gesto.
Está en las travesías.

II
A la lengua de timbres asfixiados
yo le otorgo la voz de la herida.
A la piedra que viene de lejos,
al mundo seco, a la aridez,
al tiempo transportado en camilla de hielo,
le enciendo el fuego de la herida.
Y cuando la historia arda en mis vestidos
y las uñas azules crezcan en mi libro.
Cuando le grite al día:
¿quién eres tú?,
¿quién te ha arrojado en mis cuadernos
y en mi tierra virgen?,
notaré cómo brillan en mis cuadernos
unos ojos de polvo.
Oiré decir a alguien:
Yo soy esa herida que comienza a crecer
en tu historia pequeña.

III
Te he llamado nube,
¡oh herida y paloma del adiós!
Te llamé pluma y libro.
Y es ahora cuando empiezo a dialogar
con la lengua hundida
en las islas viajeras,
en el archipiélago de la vieja caída.
Es ahora cuando enseño a dialogar
al viento y las palmeras,
¡oh herida y paloma del adiós!


IV
Si en el país de los espejos y los sueños
tuviera un puerto.
Si poseyera un barco
y los restos de un pueblo.
O una ciudad tuviera
en el país del llanto y de los niños.

Haría con todo ello
una limpia canción para la herida.
Aguda como flecha
que traspasara árboles,
piedras y firmamentos.
Tan tierna como el agua.
Igual que la invasión,
desafiante,
atónita.

V
Llueve sobre nuestros desiertos,
¡oh mundo engalanado del sueño y la nostalgia!
Llueve, y agítanos, a nosotros, que somos
palmeras de heridas.
Y pártenos dos ramos
de un árbol enamorado del silencio de la herida,
de un árbol que vele sobre la herida
con las cejas y las manos arqueadas.
¡Oh mundo engalanado del sueño y la nostalgia!
¡Oh mundo que me cae sobre la frente!,
como la herida dibujado.
No te acerques, la herida
está más cerca que tú.
No me tientes, la herida
es más bella que tú.
Y esa magia lanzada por tus ojos
sobre los reinos últimos
ha sido sobrepasada por la herida.
La pasó, sin dejar una vela seductora,
sin dejarle una isla siquiera.






La perdición
La perdición, la perdición...
La perdición nos salva y guía nuestros pasos.
La perdición es resplandor,
y el resto, máscara.

La perdición nos unifica con nuestros semejantes.
La perdición cuelga de nuestras visiones
el rostro de los mares.
La perdición es esperar.




La única tierra
Habito estas palabras vagabundas.
Vivo, y sólo mi rostro me acompaña.
Mi rostro:
mi camino.

Con tu nombre.
Contigo, ¡oh tierra mía!,
que, encantada,
te alargas.
Tú sola.
Con tu nombre,
¡oh muerte!,
¡amigo mío!




Las cosas
Si atravesara la herida hasta el crimen.
Si camuflara la locura y las banderas,
tendría un sombrero para ocultarme;
tanto en la victoria como en la derrota
violaría el soñar sobre los párpados.
Estaría y no estaría en la tierra.

Pero he vinculado a las cosas
mi rostro, mis honduras y dios.
Acepté de buen grado el vivir sin amuleto,
a dibujar la vida
con la muerte, el espejismo
y las cosas.

Acepté de buen grado el vivir con las cosas.




Las estrellas
Camino,
y en pos mío caminan las estrellas.
Camino a su mañana.
Y el secreto,
la muerte,
lo que nace
y el oscuro cansancio
asesinan mis pasos
y reavivan mi sangre.

Yo soy aquél
cuyo camino aún no ha comenzado;
el que no tiene estrella.

Camino hacia mí mismo,
al mañana que llega.
Camino,
y en pos mío caminan las estrellas.



Lleva en sus ojos
Coge un destello
de sus ojos, una chispa
del confín de los días y los vientos.
De las islas de la lluvia, de sus manos,
coge su propia forma,
y crea la mañana.
Lo conozco: la profecía de los mares
lleva en los ojos,
me ha nombrado historia, y poema
que el lugar deja limpio.
Lo conozco: me ha nombrado diluvio.



Los días
Con los ojos cansados de días...
Con los ojos cansados sin días...
¿Podrá pasar, acaso, el muro de los días
en busca de los días?

¿Dónde, ¡ay!, «otro día»?...



Los siete días
¡Oh madre que te burlas
de mi amor y mi odio!
Tú, que fuiste creada en siete días.
Que creaste la ola,
el horizonte,
y la pluma sutil de la canción.
Yo,
con mis siete días,
soy una herida abierta;
soy un cuervo.
¿A qué, pues, el enigma?
Si soy viento y polvo,
como tú.





Mi inquietud...
¡Negro horizonte mío
de inquietud!
Apriétame a ser nuevo, pégamelo, desgarra,
quema, avéntalo.

Tal vez el alba pura
yo invente en sus cenizas.





Mis secretos...

Yo tengo mis secretos.
Para poder marchar sobre la telaraña.
Yo tengo mis secretos.
Para poder vivir bajo los párpados
de un dios que nunca muere.

Habito, enamorado,
en mi voz y en mi frente.
Y tengo mis secretos,
para que, cuando muera,
puedan venir a mí mis descendientes.




Os dije...
Os dije
que he escuchado a los mares
leerme sus poemas,
que he escuchado a la campana
que dormita en las conchas.
Os dije
que he cantado en la boda del diablo,
en el banquete de la fantasía.
Os dije
que he visto en la lluvia de la historia,
en la distancia encendida,
un hada y una casa.

Como navego dentro de mis ojos,
os dije que lo había visto todo
desde el primer paso
por la distancia.



 
Otra voz

Perdió el hilo de las cosas, y se apagó
su estrella perceptora. No tropezó.
Y cuando su paso fue ya de piedra
y el tedio le dejara surcos en las mejillas,
recogió lentamente sus despojos:
los recogió para la vida, diseminándose.



Panorama    (sueño)
Igual que si a las piedras el trueno interrogara.
Igual que si a los cielos el trueno preguntase.
Igual que si a las cosas pidiérales respuesta.
Igual que si la historia lavárase en mis ojos.
Y los días cayeran en mis años
como caen los frutos.




Por mi tierra...
Por mi tierra yo hiero estas venas malditas.
Por mi tierra escondí entre mis heridas
mi mañana y mis vientos.

Mi tierra es pitonisa y amuleto.
Mi tierra está borracha. Sus hombros
son dos príncipes de perlas,
un crimen.





Por última vez

Por una sola vez, por una última vez,
sueño que estoy cayendo en el espacio.

Que vivo en una isla de colores.
Que vivo como el hombre,
reconciliándome con los dioses ciegos
y los dioses lúcidos.

Por una última vez.




Rostro de mujer 

Vivo en el rostro de una mujer
que habita en una ola
a la que la marea empuja hacia una playa
cuyo puerto se pierde en sus conchas.
Vivo en el rostro de una mujer
que me hace morir, que quiere ser
faro apagado
en mi sangre que navega
a los confines del delirio.





Salmo

Le creo al viento un pecho, una cadera sobre la que apoyarme. Creo al rechazo un rostro que con el mío comparo. Me sirvo de las nubes cual cuadernos y tinta. Lavo la claridad.

El cielo tiene lóbulos que corto, y las lágrimas, hojas sobre las que yo escribo, las amapolas, galas que me visten, y los pinos, cintura que me ríe. Sin encontrar a nadie a quien amar, ¿es demasiado, muerte, que me ame a mí mismo?

Me auto-acuno. Mis senderos yo creo de mis dedos y dispongo el espacio en circular, lo mismo que mis ojos. Invento un agua que no me sacie nunca. Igual que el aire soy, sin leyes qué acatar. Creo un paraje donde convergen infierno y paraíso. Invento otros demonios con quienes yo compito en carreras y apuestas.






Sin que me vean tus ojos
No me han visto tus ojos.
Tan virgen
como el agua creadora de la linfa.
No me han visto.
Lentamente
viniendo,
desde allá.
En medio del cortejo de holocaustos.
Con el rayo y la hiedra entre los pies.

Y mañana...
Mañana...
En el fuego y la dulce primavera,
sabrás que voy matando a la manada,
que transporto en mis brazos la semilla.
Y en mí creerán tus ojos.
Mañana.
Sí,
mañana.


 

lunes, 4 de abril de 2011

Margaret Atwood



Luna nueva



La oscuridad espera aparte desde cualquier ocasión que surja;
como la pena, siempre está disponible.
Ésta es sólo un modelo,
el modelo en el que hay estrellas
sobre las hojas, brillantes como clavos de acero
e incontables y sin que se las haga caso.

Caminamos juntos
sobre hojas muertas
húmedas en la luna nueva
entre las rocas nocturnas amenazadoras
que serían de un gris rosado
a la luz del día, roídas y suavizadas
por el musgo y los helechos, que serían verdes
en el olor mohoso a levadura fresca
de árboles que enraízan, la tierra devuelve
lo mismo a lo mismo,

y cojo tu mano, que tiene el aspecto que tendría
una mano si de veras existieras.
Deseo mostrarte la oscuridad
que tanto temes.

Confía en mí. Esta oscuridad
es un lugar al que puedes entrar y sentirte
tan seguro como en cualquier otra parte;
puedes poner un pie delante del otro
y creer a los lados de tus ojos.
Memorízalo. Lo sabrás
de nuevo cuando te corresponda.
Cuando la apariencia de las cosas te haya abandonado,
todavía tendrás esta oscuridad.
Algo propio que puedes llevar contigo.

Hemos llegado al borde:
el lago entrega su silencio;
en la noche exterior hay un búho
cantando, como una polilla
en la oreja, desde la costa lejana
que es invisible.
El lago, vasto y sin dimensiones,
repite todo, las estrellas,
las piedras, a sí mismo, incluso la oscuridad
en la que puedes caminar
hasta que se convierta en luz



Un rastro en llamas



(I)
Fue el dolor de los árboles
lo que hizo este rastro,
la carne cortada fluida de ellos sólo
parcialmente sólida.
Son sus cicatrices lo que marca el camino
vamos al lugar donde
el paisaje se ha acabado
y no hay más allá.

(II)
Arder es también quemarse.
Todos los senderos por este bosque
que se quema, abiertos delante de ti y cerrados
por detrás hasta que los pierdes.

Éste es el bosque de lo perdido:
piedras abandonadas. Madrigueras.
Raíces atadas a las rocas.
Un sapo en este aura
fresco; una estrella de tierra, extendida
y de cuero, emite polvo.
Ninguna de estas cosas sabe que está perdida.

(III)
Hemos venido por una puerta de sol, roja y otoñal,
otro entierro. Aunque no es otoño, el viento tiene ese frescor.
El viento ligero de una puerta que se cierra.
El último resquicio del cuarto menguante.

(IV)
Escojo mi camino despacio
contigo a través del bosque en llamas,
cicatriz a cicatriz, otra vez por
la historia, sigo las normas:

Para recuperar lo que has perdido,
vuelve a tus pasos al momento
en que lo perdiste. Estará allí.

Aquí está la X, a tiempo.
Cuando al final esté sola,
mi sombra y mi propio nombre
volverán a mí.

(V)
Me arrodillo y cavo con la hoja de mi cuchillo
en la tierra y no encuentro nada.
He olvidado qué escondí aquí.

Debe de ser el cuerpo de aire claro
que dejé aquí cuidadosamente bajo tierra
y pensé que siempre podría
volver y habitar.

Creí que podría vivir sólo conmigo misma.
Creí que podría flotar.
Creí que siempre tendría una oportunidad.
Ahora estoy de vuelta a la tierra.
Una encarnación.

(VI)
Éste es el último paseo
que doy contigo en tu ausencia.

Tu piel se extiende por donde toco,
luego desaparece y la madera solidifica
alrededor tuyo. Estamos en esta situación.

Cuánto te quiero.
Me gustaría ser sabia y prudente.
Te haría eterno.
Te devolvería de la muerte si pudiera,
pero ¿dónde estarías sin ella?

Podemos vivir para siempre,
pero sólo de vez en cuando.

(VII)
Ahora hemos alcanzado el punto rocoso
de la costa, y el cielo oscurece,
aunque el agua todavía tiene luz
y la ofrece en forma de vapor
o de fuego. Espero, escucho ese
lugar donde debería haber un sonido
y no lo hay,
que no es mi corazón
ni el tuyo, que es más oscuro
y más solitario,
que llega. Que es el sonido
que hace la tierra por sí sola,
sin nosotros. Una piedra hace el eco de una piedra.
Los pinos se apresuran sin moverse.




Una piedra



En la mesa de madera la llama
de la lámpara arde hacia arriba sin sonido
y así avisa a las almas más pequeñas
desde donde han estado escondidas por el día
en tocones que se pudren y en la corteza que se desprende
de los árboles
y chocan suavemente contra la ventana,
sus vientres de plumas lamen el cristal.

Una gaviota eriza el aire de la noche
con su canto de plata limpia,
una tristeza ligera,
y quien ha estado siempre allí
sale de las sombras.

¿Has tenido bastante felicidad? dice ella.
¿Has visto
suficiente dolor? ¿Suficiente
crueldad? ¿Has tenido bastante
de lo que hay? Llega
hasta aquí.
¿Estás ahora preparada para mí?

Madre oscura, a quien he llevado conmigo
durante años, una piedra en el bolsillo,
conozco la fuerza de la gravedad
y que cada cosa tiende a caer

contra su voluntad.
Nunca te negaré
o creeré sólo
en ti. Vuelve a tu piedra
ahora. Espérame.







EURÍDICE


El ha venido a buscarte y está aquí,
canción que te llama y quiere que vuelvas,
canción de dicha y de pesar
a partes iguales, promesa
hecha canción, promesa
de que todo será, allá arriba, distinto
a la última vez...
Hubieras preferido seguir sintiendo nada,
vacío y silencio; la estancada paz
del mar más hondo,
al ruido y la carne de la superficie,
acostumbrada a estos pasillos pálidos y en sombras,
y al rey que pasa por tu lado
sin pronunciar palabra.
El otro es diferente
y casi lo recuerdas.
Dice que canta para ti
porque te ama,
no como eres ahora,
tan fría y diminuta: móvil
y a la vez quieta, como blanca cortina
o soplo en la corriente
de una ventana a medio abrir
junto a una silla donde nadie se sienta.
Te quiere "real",
un cuerpo opaco,
sentir cómo se espesa
(tronco de árbol o ancas)
y el golpe de la sangre tras los párpados
al cerrarlos
la llamarada solar...
sin tu presencia no podrá sentir
este amor suyo...
Mas la súbita revelación
de tu cuerpo enfriándose en la tierra
fue saber que le amas en cualquier lugar
hasta en este sitio sin memoria,
este reino del hambre.
Como una semilla roja en la mano
que olvidaste que aprietas,
llevas tu amor...
El necesita ver para creer
y está oscuro.
Atrás, atrás..., le susurras,
pero quiere que vuelvas
a alimentarlo, Eurídice,
puñado de tul, pequeña venda,
soplo de aire frío,
no se llamará Orfeo
tu libertad...



ORFEO


Delante mío caminabas,
atrayéndome
hacia la verde luz que alguna vez
me asesinó con sus colmillos.
Insensible te seguí,
como un brazo dormido y obediente
pero no fui yo quien quiso
volver al tiempo
Había llegado a amar el silencio,
pero mi antiguo nombre era una cuerda
o un susurro tendido
entre nosotros.
Y estaba tu amor,
las viejas riendas de tu amor,
tu voz corpórea...
Ante tus ojos mantenías
la imagen de tu deseo, que era yo,
viva otra vez.
Y por esta esperanza tuya continué,
y así fui
tu alucinación, floral
y oyente
tú me creabas
al cantarme y una piel nueva me crecía
en mi otro cuerpo, envuelto en niebla,
y tenía ya sed, y manos sucias,
y veía ya,
perfilados contra la boca de la gruta,
el perfil de tu cabeza y de tus hombros
cuando te diste vuelta para llamarme
y me perdiste...
Así que no llegué a ver tu rostro,
sólo un ovalo oscuro,
y a pesar de sentir todo el dolor
de tu derrota, debí rendirme,
como se rinden las mariposas de la noche.
Tú creíste
que sólo fui el eco
de tu canto.



POEMA NOCTURNO


No hay nada que temer,
es sólo el viento
que ahora sopla hacia el este, es sólo
tu padre..........el trueno
tu madre..........la lluvia
En este país de agua
con su luna ocre y húmeda como un champiñón,
sus muñones ahogados y sus pájaros largos
que nadan, donde crece el musgo
por todo el tronco de los árboles
y tu sombra no es tu sombra
sino un reflejo,
tus padres verdaderos desaparecen
al bajar la cortina
y quedamos los otros,
los sumergidos del lago
con nuestras cabezas de oscuridad
de pie ahora y en silencio junto a tu cama...
Venimos a arroparte
con lana roja,
con nuestras lágrimas y susurros distantes.
Te meces en los brazos de la lluvia,
el arca fría de tu sueño,
mientras aguardamos, tu padre
y madre nocturnos,
con las manos heladas y una linterna muerta,
sabiendo que somos solamente
las sombras vacilantes que proyecta
una vela, en este eco
que oirás veinte años más tarde.



SIN NOMBRE


Una pesadilla te asalta con frecuencia:
llega un hombre herido, por la noche,
a tu casa
-sitúas el agujero en el pecho, a la izquierda...
Su sangre al brotar mancha
tu puerta, al apoyarse,
casi desvaneciéndose...
Quiere que le dejes entrar.
Es como el alma de un amante
muerto y resucitado
hambriento aún
sólo que no está muerto. Y aunque el vello en tus brazos
se eriza y un aire frío
que de él proviene
cruza tu umbral,
no has visto a nadie más vivo que él
cuando te toca, apenas roza tu mano
con la izquierda suya, su mano limpia,
y un "por favor" susurra,
en cualquier idioma...
Tú no eres médico ni nada parecido.
Has llevado una vida normal,
lo que un observador llamaría "sin tacha".
Detrás, en la mesa,
hay un cuenco con fruta,
una silla, un cuchillo,
un plato con pan...
Es primavera, y el viento de la noche
huele, húmedo, a marga removida
y a flores tempranas.
La luna irradia su belleza
que como belleza ves al fin,
tan cálida y ofreciéndolo todo.
... Sólo hay que tomarlo.
Oyes ladrar perros distantes.
La puerta está entreabierta
o entrecerrada:
así permanece y tú no puedes despertar.

*********

:: ‘Variación sobre la palabra sueño’
Un poema de Atwood, traducido por Marigómez

Me gustaría mirarte durmiendo,
lo que puede no ocurrir.
Me gustaría mirarte,
durmiendo. Me gustaría dormir
contigo, penetrar
en tu sueño como su ola suave y oscura
se desliza sobre mi cabeza

y caminar contigo a través de ese bosque
luminoso y vacilante de hojas verdiazules
con su sol acuoso y sus tres lunas
hacia la cueva que debes descender,
hacia tu miedo más tétrico

Me gustaría entregarte la rama
de plata, la florecilla blanca, la palabra
precisa que ha de protegerte
de la desdicha en el centro
de tu sueño, de la desdicha
en el centro. Me gustaría seguirte
y subir la gran escalera
otra vez y convertirme
en la barca en que remarías a la vuelta
con cuidado, una llama
en dos manos oferentes
a donde tu cuerpo yace
junto a mi, y entrarías
en él con la facilidad del respirar

Me gustaría ser el aire
que te habita por un instante
sólo. Me gustaría pasar así de inadvertida
y ser así de necesaria.

(Del libro ‘Historias verdaderas’)




Sekhmet, cabeza de león, diosa de la guerra, las tormentas violentas, la peste y la curación de la enfermedad, contempla el desierto en el Metropolitan Museum of Art

Fue uno de esos hombres
incapaces de matar a una mosca...
Muchas moscas viven ahora
y él no.
No fue patrón mío, prefería
los graneros repletos; yo, la batalla.
Presagiaban matanza mis rugidos.
Y sin embargo ahora estamos juntos,
en el mismo museo.
Tampoco veo los grupos caprichosos
de niños admirados
que aprenden la lección del olvido
multicultural, sic transit
y etcétera.

Veo el templo donde nací
o me levantaron, donde fui poderosa,
y más allá el desierto, con sus tumbas
calientes en forma de cono, a decir verdad
y a la distancia, muy semejantes
a orejas de burro,
donde se ocultan mis bromas: piel y huesos
resecos, las barcas de madera
donde los muertos navegan
sin rumbo por toda la eternidad.

¿Qué esperábais oír de dioses
con cabeza de animal?
Y sin embargo, si bien se piensa,
los que inventaron luego, completamente humanos,
tampoco se lucieron.
"Ayúdame, hazme rico
destruye a mi enemigo"
parece ser la pauta en general.
Y también : "Sálvame de la muerte",
a cambio de vuestras ofrendas de sangre
y pan, oraciones y flores,
mucha palabrería.

Tal vez se me escape algo, pero si buscáis
amor altruista, os habéis equivocado de diosa...

Me quedo donde estoy,
hecha de piedra e ilusiones,
que la deidad que mata por placer,
también sane;
que en la última pesadilla aparezca
una leona buena con vendas en la boca
y cuerpo suave de mujer,
y que os limpie la fiebre a lametazos,
que os levante el alma con dulzura, por el cuello,
y os abrace hasta la oscuridad, el paraíso.







La soledad del historiador bélico

Confiese que a usted lo que le alarma
es mi profesión,
motivo por el que pocos me invitan a cenar,
-aunque Dios sabe que me esfuerzo por no dar miedo,
que el corte de mis trajes es sensato
huelo a lavanda, acudo al peluquero,
y no presumo de crines de profeta,
con serpientes y todo, por no alarmar a los más jóvenes.
Si hago girar las órbitas y farfullo a veces,
si me aferro a mi corazón y grito de pavor
como actriz de tercera en escena demente,
lo hago en la intimidad, sin más testigo
que el espejo del cuarto de baño.

Por regla general, estoy de acuerdo:
no deben las mujeres contemplar la guerra,
ni sopesar sus tácticas con ánimo imparcial,
ni evitar la palabra enemigo,
ni ver ambos bandos sin decantarse por uno.
Pero sí deberían marchar por la paz
o repartir blancas plumas como premio al valor; sí deberían
ensartarse en las bayonetas para proteger a los críos
-cuyos cráneos de todos modos serán destrozados-
y ahorcarse de sus propios cabellos
tras ser violadas una y otra vez:
son funciones ésas que inspiran paz y tranquilidad,
como también tranquiliza verlas tejiendo calcetines para los soldados,
subiéndoles la moral,
y llorando a los muertos
(hijos, amantes, etcétera,
todos los niños asesinados).

Sin embargo, ahora diré algo
franco y rotundo, nada amable.
que espero se tome en serio,
La verdad no suele ser bien recibida,
-sobre todo a la hora del almuerzo-
aunque provenga de un profesional tan experto como yo.

Me ocupo del coraje y de las atrocidades
y las contemplo sin condenarlas;
escribo las cosas tal como ocurrieron,
con máxima precisión en los recuerdos,
sin preguntar por qué, ya que casi da igual.
Las guerras ocurren porque sus iniciadores
creen en la victoria.

Dormido, sueño con cierta grandeza
con campos que los vikingos abandonan
para irse a saquear y matar unos meses
al año, como chiquillos que salen de caza
- cargados de esplendor regresan
los que en la vida real fueron labriegos-
y con musulmanes que luchan contra cruzados
y cimitarras que cortan
seda en el aire
haciendo que torres enteras de armadura se desplomen
y es la lucha del fuego contra el hierro
o de lo romántico contra lo banal, como diría algún poeta.

Pero al despertar, más lúcido,
sé bien que no hay monstruos
(a pesar de la propaganda,
ningún monstruo que al final pueda enterrarse;
que si se acaba con uno,
inventarán otro la radio y las circunstancias).
Créanme si les digo que ejércitos enteros rezaron con fervor toda la noche,
y los mataron igual.
Suele vencer la brutalidad
y hay hazañas
fruto de dispositivos y de mecanismos
como el radar.
A veces, como en las Termópilas,
cuenta el valor o tener la razón
aunque a fin de cuentas el victorioso,
por tradición, decide qué es virtud.
Hombres hay que se inmolan
por el bien de los otros, que explotan como granadas
de vísceras: loable, sin duda... Creánme
que también el cólera y las ratas
y las patatas (o su carestía)
ganaron muchas guerras.

De nada sirve (aunque impresione, claro) poner tanta medalla
al pecho de los muertos.
...Las grandes hazañas me deprimen.

Al servicio de la investigación
muchos campos de batalla recorrí
plagados de minas y de huesos,
aún húmedos por la pulpa de cadáveres,
campos que al llegar la primavera reverdecieron
sitios debidamente reseñados...

Tristes ángeles marmóreos guardan como gallinas
los nidos de hierba donde nada se incuba
(ángeles que, según el ángulo de la cámara,
podemos llamar vulgares o implacables)
y en sus portalones aparece mucho la palabra gloria.

De todos esos sitios, lógicamente
(porque soy tan humano como ustedes)
corto siempre una o dos florecillas,
para hacerme un souvenir, prensadas por la Biblia
del hotel que me hospeda.


...Les ruego que no me pidan una declaración,
mis artes son la táctica y la estadística;
sólo diré que por cada año "de paz"
hay cuatrocientos de guerra.


© Margaret Atwood / Traducción de Amparo Arróspide