Per Matrem et Magistram ad cor Filii

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Recibamos en nuestros hogares a la Virgen Peregrina, Madre de la Providencia y Madre de Misericordia

miércoles, 26 de junio de 2013

El rosario y la oración de Jesús




Entrevista al cardenal Tomáš Špidlík, S.J. por Pierluca Azzaro
«La gran renovación en Oriente tuvo lugar entre los siglos XIX y XX con la llamada “oración de Jesús”: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Es una oración análoga a la del rosario latino. Y yo, cuando hablo del rosario, digo siempre que hay que aprender a rezarlo como se reza en Oriente la oración de Jesús»
Serafino de Sarov era un hombre sencillo que repetía incesantemente una oración sencilla: «Dios mío, ten piedad de mí, pecador»; y a la gente, que cada vez más numerosa, iba a pedirle consejos, él, viejo y con una sonrisa «incomprensiblemente radiosa» –como se lee en sus biografías–, tras recibirla con un saludo pascual –«¡Buenos días, alegría mía! ¡Cristo ha resucitado!»–, aconsejaba las prácticas más sencillas: la oración, la contrición, la comunión frecuente, el temor de Dios, el perdón de las ofensas, las obras de misericordia.
En Occidente la mentalidad técnica ha llevado al racionalismo y, como reacción, ha aparecido lo contrario: la espiritualidad irracional. Al final el Papa ha tenido que escribir una encíclica sobre el uso sano de la razón. La espiritualidad del corazón debe ser un remedio, una medicina contra ese racionalismo que lleva al irracionalismo. He tenido que luchar mucho sobre la noción de corazón, sobre la plegaria del corazón.
Yo creo que Dios es padre, esta es la profesión de fe, la paternidad, y con el padre se habla. «Credo in unum Deum Patrem omnipotentem». La verdad cristiana es «creo que Dios es padre». Así pues, la primera fuente es la oración al Padre.

Extraído de: 30días revista mensual internacional dirigida por Giulio Andreotti n°11-2003

No más discriminación

LA VERDAD ES EL AMOR


La verdad es el amor, y el Amor es Dios. En efecto, Dios es amor. La expresión del amor es el servicio

Las Encíclicas de Su Santidad Benedicto XVI


Descárguelas pinchando aquí:
Carta Encíclica DEUS CARITAS EST del Papa Benedicto XVI

Carta Encíclica SPE SALVI del Papa Benedicto XVI

Carta Encíclica CARITAS IN VERITATE del Papa Benedicto XVI

martes, 25 de junio de 2013

Los últimos tres Santos Padres 1978-2013










Gratias! Oramus cum te.

Oremus pro Pontifice nostro Franciscus

Gracias Santo Padre Benedicto XVI por 8 años de llevarnos de la mano según la voluntad del Padre

















El escudo del Papa Francisco, refleja su humildad y devoción a la Virgen María. Todos los símbolos están tomados de su escudo episcopal


El escudo cuenta con tres símbolos situados en triángulo, sobre fondo azul. Lo más destacado, en la parte superior, es el sol con las letras IHS en el centro. El símbolo de la Compañía de Jesús, a la que pertenece.

El símbolo IHS y su explicación: "IHS" es monograma del nombre de Jesucristo. Desde el principio de la cristiandad, la nomina sacra (nombre sagrado) de Iesous Christos (Jesucristo) se abrevia de varias formas. Las tres primeras letras de la palabra "Jesús" en griego son: IHC. Estas se transliteraron al latín como IHS. "I": Iesus (Jesús), "H": Hominum (de los hombres), "S": Salvator" (Salvador) = Jesús, Salvador de los hombres. Aunque esta no representa el significado original griego, felizmente se refiere y honra al mismo Jesucristo.

En la parte inferior izquierda hay una estrella de cinco puntas, que junto con el fondo azul simboliza a la Virgen María y en el lado inferior derecho hay un racimo de uvas que simboliza a Jesús como fuente de la Fe.

Bajo el escudo se distingue su lema en latín “Miserando atque eliegendo” San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia del siglo VIII, en su homilía 21 sobre el Evangelio de san Mateo 9, comenta este momento “Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. “Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo, (miserando atque eligendo), y le dijo "Sígueme", que quiere decir: "Imítame". Le dijo "Sígueme", más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él anduvo”.

Así han sido también las palabras del Papa en su primera audiencia. La vida cristiana es un movimiento: caminar, edificar y confesar.

Pidamos por este nuevo Pontificado, para que el Espíritu Santo lo ilumine y le fortalezca en este ministerio.

Bendiciones. P. Guillermo Serra, LC

La Disciplina Ignaciana

Para descubrir a Dios en todas las cosas y dejarnos llevar por Él en nuestras decisiones, necesitamos una disciplina. Le llamamos “disciplina ignaciana”, porque la retomamos de San Ignacio de Loyola, en la disciplina que propone en sus ejercicios espirituales, para forjar la verdadera libertad que nos conduzca a tomar las mejores decisiones en nuestra vida.

Hay tres elementos fundamentales en la disciplina ignaciana:

1. La oración
La oración es una disposición interna para descubrir la presencia del Espíritu en nuestra vida y dejarnos conducir por Él, sabiendo que Dios nos guía hacia la vida plena, desde la historia. Hace uso de todos nuestros sentidos para descubrir y experimentar ese Amor presente en todas las cosas. A través de lo que vemos, oímos, olemos, tocamos y sentimos es como Dios se hace presente en nuestro corazón y mueve nuestra voluntad.

Para Ignacio de Loyola, Dios es como un trabajador que se esmera en construir un hogar digno para sus hijos e hijas. Dios es alguien que “labora por mí en todas la cosas creadas” y la oración ignaciana se dirige a disponernos internamente para descubrir y experimentar el Amor del Padre, que trabaja por nuestra plenitud.

Existe una actitud orante y una oración formal. La actitud orante tiene que ver con la contemplación en la acción, el sorprenderte por el amor y la injusticia, estar atento a los signos de los tiempos. La oración formal tiene que ver con un tiempo específico de silencio para establecer un diálogo con Dios y la Historia.

Los pasos fundamentales para realizar una oración formal son:

a) Preparación. En la preparación trato de tranquilizarme. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos del corazón, paseando, etc. A medida que el corazón se va calmando, ir pensando tranquilamente qué voy a hacer. Tengo que tener el material necesario para la oración, un texto bíblico o algún texto espiritual. Y antes de empezar propiamente la oración realizo alguna oración preparatoria donde pido que toda mi vida esté centrada en Jesús.

b) Desarrollo. En este momento realizo mi oración haciendo uso de alguna de las diferentes maneras de orar: contemplación de una palabra, sintiendo a Dios en la respiración, meditación, contemplación, aplicación de los sentidos, repetición, oración sobre la vida. Comienzo por cada uno de los puntos de oración, considerando que la acción de Dios, y por tanto su liberación, abarca toda mi persona: mis pensamientos, los sentidos, la manera de relacionarme con los demás, con Dios, etc. Al final doy gracias a Dios por los frutos recibidos en este momento de oración.

c) Examen de la oración. Realizo una evaluación de mi oración, para ver cómo fue mi preparación, qué frutos tuve de la oración, qué me ha ayudado más, etc. Mucho ayuda hacerlo por escrito.

2. El examen de conciencia
El examen de conciencia consiste en recuperar cómo me fue en el día. No es un momento para juzgar mis actos, sino para tomar conciencia de ellos. El examen puede hacerse mentalmente, pero mucho ayuda hacerlo por escrito. Se recomienda hacerse diario, o por lo menos una vez a la semana, al final de la noche. Los pasos para realizar el examen de conciencia, recomendados por San Ignacio, son los siguientes:

a) Pedir luz y gracia para descubrir a Dios en lo vivido
Sereno mi corazón para compartir lo vivido con un Amigo muy especial. Pido luz para conocer las señales y la acción de Dios en este día. Recuerdo que Jesús dejó su Espíritu para llevar a la creación a su plenitud, y restaurarla al modo del Creador.

b) Agradecer los dones del día
Hago un repaso de lo vivido en el día: actividades, experiencias, encuentros, trabajos, etc. Le doy gracias por todo lo vivido y pienso en qué momentos sentí una mayor cercanía con Jesús. Por lo experimentado internamente es como me puedo dar cuenta de esta cercanía: esperanza, entrega, gratitud, servicio, libertad, etc. Estos movimientos internos vienen acompañados de invitaciones, trata de ubicarlas y agradecerlas.

c) Reconocer fallas (lo que sentí, lo que hice, lo que pensé)
Pienso en los descuidos que no permitieron obtener mayores frutos en el día. Reconozco si hubo alguna insensibilidad ante las necesidades que encontré en el camino. Asumo las fallas en la construcción de la fraternidad y la justicia con los hermanos.

d) Si hubo fallas graves, hacer una oración de perdón
Pido perdón a quienes hoy ofendí. Doy mi perdón a quienes me lastimaron. Me doy a mí mismo el perdón que Jesús me regala.

e) Hacer un propósito para cumplir con su gracia
Si hubo falla grave, veo la manera de corregirla para el día de mañana. Renuevo mi amistad y mi deseo de amar y servir: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”. Le pido la bendición a María.


3. El Discernimiento de Espíritus

El discernimiento es simplemente “dejarse llevar” por el Espíritu, alcanzar la libertad necesaria para dejarse conducir por Dios con la seguridad de que su modo es el mejor modo para nuestra realización como seres humanos. El discernimiento es descubrir la fuerza de Dios (dinamismo de integración) y del Mal (dinamismo de desintegración) en cada uno de nosotros. Discernir es conocer sus campos, conocer dónde se asientan, conocer las tácticas que utilizan y sobre todo reconocer las reacciones personales ante el buen y el mal impulso.

Discernir no es escoger entre el bien y el mal. Para esto ya están los mandamientos o el sentido común, sino elegir siempre entre dos opciones buenas, entre un medio y otro medio más eficaz. Discernir es estar con la mirada puesta en Cristo Jesús que muere y resucita y que me llama a colaborar con su tarea, pero dentro de su propia lógica: la muerte que trae vida.

El discernimiento no es para deducir la Voluntad de Dios y sus proyectos para mí, hoy. Más bien, el discernimiento nos dispone a reconocer en nuestros deseos y aspiraciones, aquéllos que pueden atribuirse a Dios. Más aún, el discernimiento nos prepara a dar una respuesta personal e inédita a los llamamientos del Evangelio, del Reino de Dios. Por tanto, el discernimiento es crear “nuestra” respuesta –mía y de Dios-; es la creación común. El discernimiento nos aclara que no hay una voluntad particular preestablecida para cada uno, sino una respuesta personal al deseo de Dios.

Dinámicas internas
El Buen Espíritu o dinámica de integración: proceso de humanización.
El Mal Espíritu o dinámica de desintegración: proceso de deshumanización.

Los impulsos que surgen del Buen Espíritu los denominamos “mociones” y con ello significamos todo lo que lleva hacia Dios y su Reino. Las mociones son claridades o certezas que nos dejan con esperanza y muestran el paso a dar en el seguimiento de Jesús. Por el contrario, denominamos “treta” todo aquello que nos orienta en sentido opuesto: apartarnos de Dios y de su reinado. Las tretas normalmente provienen de cosas buenas, pero que a la larga nos disminuyen en el seguimiento de Jesús.

Estados Espirituales
Estos impulsos se vehiculan o se expresan en dos estados básicos: la consolación y la desolación.

La Consolación: es un estado de ánimo que me saca de mí mismo, me hace contemplar como parte de un mundo; me impulsa a buscar el amor y la justicia junto con otros; me deja un mayor sentido de vida y gusto de vivir; existe una alegría duradera y fuerza para enfrentar las dificultades. La consolación da quietud, fuerza interior, claridad del proyecto de Dios, y una satisfacción profunda.

La Desolación: es un estado de ánimo que me centra en mí mismo, me hace perder el sentido de vida, desvalorizando lo que soy, me deja sumido en una tristeza y desesperanza que me estruja. Tiene alegrías efímeras. La desolación da todo lo contrario a la consolación: oscuridad interior, turbación, inclinación a las cosas superficiales, baja nuestra esperanza, nos hallamos sin amor, con flojera y tibieza.

Las Reglas básicas del discernimiento
Todo discernimiento se puede reducir a saber dar razón a esta doble pregunta:
¿Qué experimento?
¿A dónde me lleva?

El discernimiento consistirá en conservar la consolación, darle seguimiento a las mociones (invitaciones) del Buen Espíritu que me muestra de distintas maneras y enfrentar las tretas (engaños) del Mal Espíritu que pretenden paralizar mi compromiso con el Reino de Dios.

¿Qué hacer ante la consolación?
Ante la consolación del Señor, lo que toca es procurar agradecerla, y pedir que se interiorice en nosotros el impulso que conlleva. Durante la consolación debemos renovar nuestros deseos fundamentales y recordar el amor primero. Tomar fuerzas y prever qué hacer ante una próxima desolación.

¿Qué hacer ante una desolación?
La desolación puede ser una prueba de Dios o puede provenir del Mal Espíritu.
Cuando hemos puesto todo lo que está de nuestra parte para vivir en la consolación y, sin embargo, sentimos sequedad y vamos perdiendo sentido y rumbo en la vida, podemos decir que es una prueba de Dios. La desolación, como prueba, puede darse por tres causas: por ser negligentes o tibios en la vida del espíritu (oración, examen, discernimiento); para saber cuánto somos sin tanto consuelo espiritual (seguir un compromiso incluso en la sequedad), o para comprender que la consolación es gracia de Dios y nos la entrega cuando a Él así le parece.

Sin embargo, cuando la desolación proviene del Mal Espíritu necesitamos seguir las siguientes recomendaciones:
-No hacer mudanza de los propósitos anteriores.
-Por el contrario, hacer todo lo contario a las invitaciones del Mal Espíritu.
-Platicarlo con algún amigo que pueda ayudarnos, y no enredarnos más.
-Tener paciencia.
-Confianza en que el Señor tiene la última palabra.
-Revisar qué mecanismos personales están facilitando la desolación.

Un reflejo de la disciplina ignaciana será que cada animador juvenil tenga una libreta especial donde pueda escribir el examen de la oración, el examen de conciencia y el discernimiento mensual.


Tomado de redjuvenilignaciana.org/documentos/oracion/6.doc

Fraternità Sant'Ignazio di Loyola


Ci sono vari ordini religiosi legati alla “Messa in latino”, appartenenti a varie spiritualità: benedettina, francescana, carmelitana, domenicana, ecc. Si sente molto la mancanza di un ordine religioso tradizionale legato al carisma di Sant'Ignazio di Loyola, l'eroico fondatore della Compagnia di Gesù. Il compianto Cardinale Alfredo Ottaviani scriveva nel suo diario personale: “se non gesuita per voto, almeno bisogna essere gesuiti nel cuore per fare un po' di bene.” Come non dargli ragione? C'è da sperare che il Signore faccia sorgere una “Fraternità Sant'Ignazio di Loyola” che coniughi la spiritualità gesuita con la liturgia tradizionale.

Che cosa intendo per “spirito gesuitico”? Nient'altro che lo stile di vita di Sant'Ignazio e dei santi della Compagnia di Gesù: zelo ardente per la salvezza delle anime e per la maggior gloria di Dio, povertà, devozione mariana, studio continuo della Teologia Morale e delle altre scienze sacre, direzione spirituale, disciplina “militare”, vita ascetica, spirito combattivo nella lotta contro gli errori che infestano il mondo, apostolato tra la gioventù, missioni nelle terre popolate dagli infedeli, ecc.

Così come gli antichi gesuiti furono uno strumento provvidenziale nelle mani di Dio per arginare la dilagante eresia luterana, i “nuovi gesuiti” saranno un baluardo nella titanica lotta contro la pestifera eresia modernista. Ma noi poveri fedeli laici, che altro possiamo fare se non pregare il Padrone della messe affinché susciti qualcuno che costituisca questa nuova milizia? Chissà se prima di morire avremo la gioia di veder nascere un nuovo ordine religioso di questo stampo.

Tomado de http://cordialiter.blogspot.com/2010/09/fraternita-santignazio-di-loyola.html