«SERVUS DOMINI CORDIS» [A. D. MMXIII, A. D. MMXIV, A. D. MMXV] «CUSTODIENS VERITATEM» [A. D. MMXVI; A. D. MMXX, A.D.. MMXXI, A. D. MMXXII, MMXIV] «COOPERATORES VERITATIS» [A. D. MMXVII, A.D. MMXVIII, A.D. MMXIX, A. D. MMXXIII] «PER MATREM AD COR FILII» «Si non iuramento Iesuita, saltem oportet corde Iesuitas esse ut aliquid boni facias.» [A.M.D.G.]
Per Matrem et Magistram ad cor Filii
jueves, 17 de agosto de 2017
San Ignacio de Loyola era muy devoto de estas tres acciones piadosa. Es muy sabido cómo rezaba la misa diaria. Para celebrarla diariamente, esperó más de un año después de su ordenación sacerdotal preparándose para ello. El Breviario, lo recitaba entre lágrimas . Hasta tal punto que hubo que pedir al Papa la dispensa de su diaria y obligada recitación por el tiempo que en ello gastaba y las lágrimas que anegaban sus enfermos ojos La lengua latina, que San Ignacio aprendió ya adulto asistiendo a clases con niños y jóvenes en la escuela, no debe ser obstáculo. Sobretodo para los de habla española. La recitación de las preces y la lectura de textos, junto con una buena dosis de buena voluntad y un pequeño esfuerzo en resolver las dudas que se ofrecieren, terminarán por abrirnos el sentido de los tesoros que guarda la latinidad eclesiástica. Esta lengua es un prodigio de concisión, aptitud para expresar la piedad y doctrina católica y hacerlo con un instrumento tan hermoso como es ella misma, la lengua latina. Muchísimos santos, monjes, religiosos y religiosas a lo largo de los siglos se han familiarizado con la Misa de -San Pío V y la recitación coral del breviario.
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